LA MASONERÍA EN PORTUGAL
En Portugal, la masonería fue
apadrinada por las dos grandes potencias masónicas europeas: la Gran
Logia de Inglaterra y el Gran Oriente de Francia. Los primeros pasos
de una masonería portuguesa independiente se dieron con la formación
del Grande Oriente Lusitano en 1804. Esta organización fue el
tronco sobre el que se irían formando las primeras subdivisiones
masónicas fruto de las divergencias políticas sobre la que se
estructurará el proceso de unificación conseguida en 1869 con la
constitución del Grande Oriente Lusitano Unido (G.O.L.U.). La
formación de un único cuerpo masónico nacional atraerá a este Oriente
un importante crédito interior y exterior, que le dotarían de una
sobrada regularidad en su quehacer masónico. Su legitimidad
internacional le llevaría a participar en 1875 en el Congreso
Universal de los Supremos Consejos del Rito Escocés Antiguo y
Aceptado, conocido como el Convento de Lausana. Incluso llegaría a ser
el encargado de la organización de un congreso masónico internacional
para la fecha de 1914, que el estallido de la Gran Guerra no permitió
celebrar. Los Orientes españoles, en cambio, debido a su falta de
unidad, no llegarían a ser reconocidos por esta organización
internacional, condicionando además su grado de legitimidad y
regularidad masónicas.
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António Bernardo da Costa Cabral (Algodres,
1803-Oporto, 1889), primer conde y primer marqués de Tomar, fue
diputado, par del Reino, consejero de Estado, ministro de Justicia
y Negocios Eclesiásticos y dos veces fue Presidente del Ministerio
de Portugal (cargo equivalente al actual Primer-Ministro). Durante
su primer mandato en la presidencia del Ministerio, emprendió un
ambicioso plan de reforma del Estado, sentando las bases del
moderno Estado portugués. Considerado un válido de la reina D.
Maria II de Portugal, a pesar de sus orígenes modestas, fue hecho
conde de Tomar y después elevado a marqués de Tomar. En 1841, fue
designado Gran Maestre de la Masonería portuguesa |
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No obstante, esta armonía
ritual se vería sacudida por la adscripción en 1881 de logias del Rito
Simbólico, que se saldaría en 1882 con la primera escisión de la
masonería portuguesa y la aparición de la Grande Loja
dos Maçons Antigos, Livres e Acceites de Portugal.
La segunda y más importante
escisión de la masonería portuguesa tuvo el mismo motivo, las
discrepancias y pugnas entre los altos cuerpos de los ritos, en este
cado entre el Rito Francés y el Rito Escocés. El origen de esta
desunión estuvo en que la nueva normativa modificaba la estructura de
su organización, que pasaba de ser una federación de ritos, como hasta
entonces había sido, a considerarla como una federación de logias. Se
hacían entonces innecesarios los cuerpos masónicos intermedios y se
elevaba a la Gran Logia como el principal órgano representativo con
las máximas atribuciones. Esto sería considerado como una afrenta al
Supremo Consejo y a la autonomía del Rito Escocés, lo que llevaría a
éste en 1914 a plantear su existencia en solitario, abandonando la
estructura del Oriente portugués, dando como nacimiento al Grémio
Luso-Escocés.
Podemos establecer en la
masonería portuguesa tres épocas en lo que respecta a su implicación
social. La primera época se desarrollaría a la par con la construcción
del Estado. Durante la primera mitad del siglo XIX, la masonería
actuaría como un instrumento de los principios liberales frente al
absolutismo y el movimiento Miguelista; personajes como Saldaña,
Passos Manuel o Costa Cabral representan perfectamente a esta época de
la masonería portuguesa.
A mediados del siglo XIX, se
iniciaría la segunda época, que se prolongaría hasta las décadas
finales de ese siglo; definida por un predominio de la concepción
ritualista, defendiendo el distanciamiento de la masonería con
respecto a la actividad sociopolítica, limitándose a su acción
filantrópica y benéfica en el mundo profano. La masonería portuguesa
mostraría así un carácter conservador, propio del liberalismo moderado
de esos años. Esta línea tendría su mejor representación en el Gran
Maestre de la Orden, el Conde de Parati.
A partir de la década de los
ochenta del siglo XIX se inicia la tercera época en la masonería
portuguesa, que iba a caracterizarse por su mayor participación en la
actividad social y política de mano del republicanismo y del Partido
Democrático. Durante estos años se expresan las contradicciones entre
el librepensamiento y las concepciones teístas propias de la
masonería. Se replantean los fundamentos rituales, poniendo en
cuestión algunos de los principios iniciáticos.
Extractado de: Ignacio Chato Gonzalo
(Universidad de Zaragoza), “Sobre la Masonería en Portugal: una
revisión historiográfica”, en J. A. Ferrer Benimeli (coord.), La
masonería española en el 2000 una revisión histórica, IX Symposium
Internacional de Historia de la Masonería Española, Zaragoza,
2001, vol. I, pp. 109-125.
LA MASONERÍA EN PORTUGAL DE
ENTRESIGLOS
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Joao Inácio Francisco de Paula de
Noronha (1820-1884), II conde de Parati, jefe de la Casa Real
portuguesa y Gran Maestre de la Masonería desde octubre de 1869
hasta 1881 |
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La masonería portuguesa,
alcanzó desde fechas muy tempranas la unidad institucional, concretada
en 1869 con la formación del Grande Oriente Lusitano Unido (GOLU).
Ello permitió que fuera admitido en el selecto grupo de los diez
Supremos Consejos que formaron la Confederación del Convento de
Lausana de 1875, lo que le dotó de un evidente prestigio
internacional. A partir de entonces, el Oriente portugués vio
aumentado el número de logias españolas que pasaron a estar
auspiciadas por el propio GOLU. Pero además, la Orden lusa pasó a
convertirse en el principal objetivo de los Orientes españoles, que
buscaban en la masonería vecina la puerta de acceso al reconocimiento
internacional.
El Grande Oriente Lusitano Unido vivió en el cambio de siglo
fuertes tensiones. Frente a las
demandas de una mayor implicación sociopolítica de los masones más
radicales, los Altos Cuerpos de la Orden trataron de mantener posturas
moderadas y conciliatorias. Bernardino Machado, Gran Maestre hasta
marzo de 1900, trató de introducir en 1897 un mayor aperturismo social
y político. La Gran Logia impidió toda posibilidad de cambio dentro de
la Orden, rechazando las propuestas del Gran Maestre de transformar el
Oriente portugués en una asociación de tipo político y de desterrar su
ingredientes propiamente rituales. Fiel a las antiguas Constituciones
de Anderson, reiteró el deber de no intervenir directamente en el
mundo profano y, mucho menos, convertirse en un partido político.
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Sebastião Magalhães Lima
(Río de Janeiro, 1850-Lisboa, 1928) Maestro masón del Grande Oriente
Lusitano Unido, republicano,
ministro de Estado y senador. Fundó y dirigió los periódicos A
República Portuguesa (1873) y O Seculo (1881), y escribió diversas
obras: La federación ibérica; Portugal laico y librepensador;
El socialismo en Europa |
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A pesar de esta reacción del GOLU contra las tendencias más profanas representadas por Bernardino
Machado, en ese mismo año de 1897 era aprobada una nueva constitución
que recogía determinadas aspiraciones de los miembros más radicales. Y
fue en 1897 cuando el Grande Oriente portugués, a través del Gran
Secretario, enviaba una circular a todas las logias haciendo un
llamamiento para la intervención política de la masonería, que debía
actuar para remediar los males que los sucesivos gobiernos monárquicos
estaban generando y que conducían, según afirmaba, a una irremediable
intervención extranjera. A Bernardino Machado le sustituyó en la Gran
Maestría del GOLU Luis Ferreira de Castro, quien representaba la línea
más moderada y ritualista del Oriente. Éste se mantuvo al frente de la
Orden hasta 1906, llevando a cabo la tarea de atemperar el imparable
avance del radicalismo en la masonería portuguesa.
El vertiginoso incremento del
número de afiliados en el Oriente portugués, coincidiría, con la
entrada de un espectro social más heterogéneo y menos elitista que el
que existía hasta entonces. De esta manera, el Grande Oriente
Lusitano Unido, por obra de la facción más radical de los masones
portugueses liderados por Magalhâes Lima, se convertía en los años
previos a 1910, fecha del advenimiento de la República, en una
institución politizada y de tendencia republicana que sirvió de
poderoso instrumento.
Extractado de:
Ignacio Chato Gonzalo (Universidad de Zaragoza), "El congreso masónico
de Lisboa de 1905: republicanismo, iberismo y masonería", en J. A.
Ferrer Benimeli (Coord.), La masonería en Madrid y en España del
siglo XVIII al XXI, X Symposium Internacional de Historia de la
Masonería española, Zaragoza, 2004. vol. I, pp. 509-534.
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